Como cada mes de Julio, en Amor sin H nos vamos de vacaciones. Por delante, un viaje a Barcelona para ver a Bruce Springsteen, un mes en mi ciudad natal, Gandía, y un reencuentro con viejos y grandes amigos.
Volveré en septiembre con mucha ilusión y grandes proyectos. Tengo pensada una remodelación de contenidos que nos devolverá al formato original, enfocado a la poesía pero también al reportaje periodístico y las crónicas de viaje, las entrevistas, y muchas, muchas sorpresas más. Os prometo que el año que viene será el año de Amor sin H, que como el que no quiere la cosa cumplirá en diciembre dos años de vida y tres temporadas en activo. Todo un logro personal.
Sólo me queda desearos que este verano sea el vuestro, que no echéis de menos a nada ni a nadie por tener cerquita a toda la gente que os importa, que al fin y al cabo eso es lo más grande de la vida, y que seais felices allá donde estéis. Un fuerte abrazo de
Sergio Pellicer
P.D.: A modo de despedida, hoy os regalo un poema, el último que publico hasta septiembre. Se llama "Armario barato de contrachapado".
Encuentro casual con una foto de tu armario,
un mueble barato de contrachapado,
testigo de noches de fuego
apagadas por la andanza de una manecilla macabra
que no se detiene por nadie ni nada.
Apoyado en tu armario
yo habría pasado mil noches como aquella,
explorando tus curvas,
quitándote la ropa que salió de sus entrañas
y devolviéndola a sus oscuros rincones,
a sus cajones repletos de modelitos
de otoño, invierno, primavera y verano.
Tu ropa... ¡oh, tu ropa!
La última barrera entre tu cuerpo y mis manos,
obstáculo entre la caricia imperceptible y el tacto
más intenso.
Ahora tu armario estará lleno de prendas
que jamás he visto,
tu armario barato de contrachapado...
Y tal vez alguien desabroche
los botones de tus nuevas blusas,
las cremalleras de tus nuevas faldas,
mientras las viejas, olvidadas en el cajón más alto,
mantienen mis huellas
desgastadas a base de lavados,
de polvos quitamanchas,
de tardes que viviste al margen de mi recuerdo
en alguna calle que yo jamás he pisado.
Al margen del tiempo, tu armario de contrachapado.
Al margen del olvido, el mueble endeble.
Al margen de todo, ajeno a la vida y la muerte,
un objeto inanimado.
Un armario con una puerta que no cierra
y un cajón descolgado.
un mueble barato de contrachapado,
testigo de noches de fuego
apagadas por la andanza de una manecilla macabra
que no se detiene por nadie ni nada.
Apoyado en tu armario
yo habría pasado mil noches como aquella,
explorando tus curvas,
quitándote la ropa que salió de sus entrañas
y devolviéndola a sus oscuros rincones,
a sus cajones repletos de modelitos
de otoño, invierno, primavera y verano.
Tu ropa... ¡oh, tu ropa!
La última barrera entre tu cuerpo y mis manos,
obstáculo entre la caricia imperceptible y el tacto
más intenso.
Ahora tu armario estará lleno de prendas
que jamás he visto,
tu armario barato de contrachapado...
Y tal vez alguien desabroche
los botones de tus nuevas blusas,
las cremalleras de tus nuevas faldas,
mientras las viejas, olvidadas en el cajón más alto,
mantienen mis huellas
desgastadas a base de lavados,
de polvos quitamanchas,
de tardes que viviste al margen de mi recuerdo
en alguna calle que yo jamás he pisado.
Al margen del tiempo, tu armario de contrachapado.
Al margen del olvido, el mueble endeble.
Al margen de todo, ajeno a la vida y la muerte,
un objeto inanimado.
Un armario con una puerta que no cierra
y un cajón descolgado.