martes, 26 de febrero de 2008

CESE TEMPORAL

Esta aventura comenzó en diciembre de 2006, y se toma un respiro más de un año después. "Amor sin h" ha sido el reflejo de mi vida, de mis sentimientos, de una época indeleble de mi existencia, para bien o para mal. Cada entrada de este blog es un pequeño fragmento de una gran historia de marcado carácter autobiográfico; tras cada título viven declaraciones de mi alma, latentes o manifiestas, firmadas por mi pluma.

La inspiración poética que conocí durante esta etapa de mi vida ha decidido irse con algún otro tipo y dejarme solo. No sé cuanto tiempo tardará en volver, supongo que hasta que me rompan de nuevo el corazón; entonces Ella acudirá para consolarme y hacer algo bonito con lo peor que quede en mi. Sólo he sabido escribir poesía inmerso en la tristeza y hoy soy demasiado feliz como para volver a escribirla. Así que aparco "Amor sin h" temporalmente y volveré cuando vea que la temática de mis versos comienza a girar sobre otro eje, cuando haya aprendido que puedo escribirle versos a un ramo de rosas, a la pata de una silla, a un trozo de cielo, al canto de un jilguero. Podríais tomaros todas las entradas de este último año y medio como un libro de versos, mi primer libro de poesía, que por supuesto llevaría como título un nombre de mujer, su nombre. Un libro irrecobrable, porque recordemos que más de ciento veinte poemas se perdieron sin remedio por un error del propio servidor. Un libro que, al fin y al cabo, pertenece al pasado, y no porque yo haya querido, sino porque las cosas vienen de una manera determinada y contra eso no puede uno luchar.

Escribí mi último relato corto en mayo de 2006, rumbo al Crea Joven de aquel año, edición que no gané. Más allá de aquel mayo, hasta hoy, apenas habré cogido el boligrafo para garabatear frases sueltas y algún microrrelato de no más de diez líneas. Dos años de abstención narrativa, un cráter demasiado extenso en mi historial personal. Ha llegado el momento de centrarme en narrar historias que no traten de mi ni de ella, sino de otros personajes a los que yo observo como una especie de hado que no está en ningún sitio ni se presenta, pero que todo lo ve, todo lo sabe y cuenta lo que le interesa para captar en diferente grado, según le convenga, la atención del lector. Ha llegado el momento de aparcar todo lo demás y retomar la senda que dejé a medias.

Serán tan sólo unos meses de ausencia; un paréntesis para vivir nuevas experiencias, para reflexionar lo vivido y madurarlo; un paréntesis que me hará volver con más fuerza. Gracias a todos por este tiempo tan bonito.


Sergio Pellicer

miércoles, 20 de febrero de 2008

Una flor entre ruinas

Tal vez no te lo creas, pero me visitas más a menudo de lo que deberías. Acudes por mi mente en forma de recuerdo, sin voz ni cuerpo, sin calor. Pero aún así sigues siendo igual de bella, incluso más; tal vez no haberte visto en tanto tiempo ha hecho que te idealice, que idealice tu compañía sumido en tu ausencia. Sé que nunca volverás, y sé que siempre te querré. Aunque no vuelva a verte, aunque cada vez estemos más lejanos hasta el punto de no saber si el otro existe o no, siquiera si existió alguna vez. Una frase, una melodía, un lugar, una fecha concreta o una habitación vacía hacen que brote una flor entre ruinas. Y entonces sé que, aunque todo terminase, algo de ti sigue vivo en algún rinconcito, entre el recuerdo y el olvido.

domingo, 17 de febrero de 2008

Seis años

Volvió a la misma cala, a la misma roca, a la misma hora. Sólo mar, ruido, soledad. Logró encender un cigarro tras una dura batalla contra el viento y miró al horizonte, paladeando el humo que se adaptaba al espacio de su boca mientras pensaba en ella. Con la inestimable ayuda del viento el cigarrillo pronto se convirtió en colilla. Lloró. Un ramo de rosas engullido por las olas, una carta de amor leída al viento, un beso lanzado al cielo con destino a ninguna parte. Seis años sin ella. Seis años. En esa misma cala, en esa misma roca, a esa misma hora. Los designios de un golpe de mar traicionero, teñido de sangre. Un adiós de sal, como sus lágrimas.

Solos...

El hombre y el mar, cara a cara, solos. El solitario buscando compañía en la soledad de las aguas...

viernes, 1 de febrero de 2008

Como un espejo en la vía del tren...

Tengo miedo del naufragio
aunque ya he naufragado más de una vez
sin una misera tabla a la que asirme
nadando hasta costas de islas desiertas
donde mi soledad ha sido
mi única compañía
junto al recuerdo de tu nombre
y un corazón partido en mil pedazos
como un espejo en la vía del tren...
Sé lo que significa el dolor
lo he vivido en mi carne
la ausencia desgarrada de calor humano
en noches interminables
alumbrado por la luna de agosto
a eso es lo que temo

a que me vuelvan a partir la vida en dos
a eso es a lo que temo
a entregar el corazón
que me lo devuelvan incompleto
ni a la muerte ni a los puntos suspensivos
yo le temo al adiós al naufragio al hasta aquí hemos llegado
al amor y a las formas derivadas de su lexema