viernes, 30 de mayo de 2008

Mochilero en tus ojos

Si me dejas, me voy de mochilero a tus ojos.
Acamparé en un acantilado con vistas
a tus vistas,
y veré lo que todos vemos pero más bonito.
Viviré en la parcela de tu iris,
cuadro expresionista de pintor moderno,
y colgaré la ropa de tus pestañas
para que se seque al viento.
Si me entra frío me arroparé con tus párpados,
y cada noche me quedaré dormido soñando despierto
sobre una balsa a la deriva por un océano
dividido en dos fragmentos.

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Enamorado?


Creo que me estoy enamorando. No siento mariposas en el estómago, ni se me sale el corazón del pecho (gracias a Dios). No se me ocurren versos empalagosos ni me da por decir que te necesito para tocar el cielo, que sin ti no puedo, que me voy a morir si no te tengo y toda esa sarta de sandeces sacadas de contexto. Simplemente me encantas, y al verte pienso que eres ideal, que tienes un montón de cosas que valoro y que me chiflan. Que eres una fusión perfecta entre cuerpo y alma, un valor al alza, el último exponente de una especie que creía extinguida. Un ser especialmente excepcional, al menos para mi. Y eso es lo que importa.
No creo que leas esto, pero si lo hicieras sabiendo que hablo de ti te quedarías con la boca abierta. O no, quién sabe. Por último, decir en esta atípica declaración (que no tiene destinatario, sobre ni sello) que quisiera quererte de manera diáfana, cristalina y sincera. Que tal vez no fuese eterno ni el amor de tu vida, pero que valdría la pena. Eso es todo.

1 de junio

Un año sin ti. Y sigue amaneciendo cada día, y por las noches el cielo oscurece. Un año sin ti, y el mar es aún mi amor oculto, y las nubes, de vez en cuando, se dignan a regalarnos la dicha de la lluvia. Un año sin ti, y sigo escribiéndote algún verso suelto, y me he enamorado de otros ojos aunque siga sintiendo algo por los tuyos. He perdido la exclusividad de tus labios, y el sabor de tu último beso ha sido sustituido por otro. Un año sin ti y sigue igual el parque; queda algo de los dos en nuestros lugares, y seguirá ahí mientras que la memoria retenga las vivencias que me regalaste. Un año sin ti y algo que no sé calificar, tal vez nostalgia, asoma en algunas noches de niebla y me arrastra a momentos que ya no están en ninguna parte pero que siguen existiendo como sombras en una habitación comatosa a la que devolvimos la vida, en una tarde a orillas de la playa o en una noche soñadora de verano.

No sé si algo ha cambiado de verdad. Y si algo ha cambiado, desconozco qué es exactamente. No sé si todo sigue igual o si todo es diferente, ni si soy más feliz como decías que sería o si soy un ser más triste. Supongo que soy el mismo pero un poco más viejo, un poco más desengañado, un poco más solo. Supongo que soy el mismo pero un poco más pobre, con el corazón aún vendado, pero a punto de recibir el alta médica. Solo espero, aunque me pese afirmar tal cosa, no volver a verte jamás, porque eso nos hará dichosos a ambos, como tú dijiste. Que cada día que pase pertenezcas un poco más a la tierra del olvido, hasta que un día no recuerde tu nombre, ni tu rostro, ni nada de lo que supusiste para mi. Olvidar que fuiste mi vida, la razón de mi existencia, y que te escribí decenas de poemas, peores o mejores, pero siempre sentidos. Que descubrí el cenit de lo que puede sentir un hombre mirando al universo que escondían tus ojos pardos con reflejos de aguamarina, y que en una fecha concreta que recuerdo a la perfección supe que jamás volvería a quererte como te quise en ese instante, con la totalidad de mi ser físico y espiritual, con la certeza de haber llegado al máximo amor que alguien puede experimentar por un semejante.

Que todo lo que fuimos pase a la historia. Y que pueda, al fin, gritar a los cuatro vientos que ya no te echo de menos.

viernes, 23 de mayo de 2008

La chica misteriosa de la calle Juan XXIII

Era una chica increíble. La bauticé como "la chica misteriosa de la calle Juan XXIII", nombre de la rúa por donde me la cruzaba cada día. Ella hacia un lado, yo hacia el opuesto. Yo hacia ningún sitio, ella vaya usted a saber. Su perfume me embaucaba; el rastro abandonado en nuestro choque sin contacto, rápido como un parpadeo, se me subía a la cabeza, me embriagaba. Temo que tal vez fuera la mujer perfecta: sinuosa, pelo lacio y moreno, curvas peligrosas, ojos verdes como de gata, tez tostada. No era la chica más guapa que he visto en mi vida, pero tenía un "noséqué" indescriptible. Algo que la hacía única. Un toque misterioso que me transmitía con los ojos en nuestras cortas miradas. Acertijos petulantes tras la superficie de sendas praderas.
Siempre quise pararla y decirle algo. Invitarla a un café, preguntarle su nombre; a dónde iba, de dónde había salido. Pero un día no volví a cruzármela. Ni al siguiente, ni al otro, ni al de más allá. Tal vez se fuese a vivir a otro sitio, tal vez cambiara de trabajo. Sea como fuere se me escapó el tren, como otros tantos se me han ido. Jamás la he vuelto a ver, y sé que jamás la veré de nuevo. Por eso a lo mejor la recuerdo tan bella, tan misteriosa. Porque sencillamente ya no existe más allá de un recuerdo magnificado. Porque sencillamente ya no es ella, sino otra.

viernes, 9 de mayo de 2008

Mercenario

Mercenario de reputado prestigio social,
defiendes con tu pluma una razón eclipsada
por el color de una bandera
cosida con remaches de valor fiducitario;
no ves más allá de unos principios impopios
que adoptaste a cambio del fruto del pecado.
¿Qué vale tu firma a pie de página
si tu abecedario está comprado?
Te usurparon la identidad,
compusieron con las letras de tu nombre
himnos prosaicos para oídos exaltados.

Mares de chocolate

Balancearme entre las lianas con la suavidad
de un rayo de canela en rama,
y descubrir entre los claros de las nubes
una nueva primavera
que ha venido para quedarse.
Hay vida después de la muerte,
lo juro.
Y campos tupidos de flores,
y mares de chocolate.

Algo raro surgido de dentro

Cuando sobran las palabras
los silencios son tesoros
la estridencia del vacío
nos regala el idilio
de abrir el oído
al lenguaje de los sordos

Cuando sobran las miradas
no se venden los colirios
se cotizan al alza los parches
y las vendas para los ojos
da igual paisajes verdes
o paredes de ladrillo
es indiferente el sentido
que a lo captado por la vista
otorgan los mecanismos del cerebro