En una noche como esta desmarinamos
a la luna del mar.
Enterramos nuestros miedos en la arena
y los cubrimos con sal.
En una noche como esta
dos perfumes de sesenta euros
se mezclaron en una nueva fragancia unisex
de ciento veinte,
se plantaron semillas de versos futuros
y nació una felicidad etérea
que más tarde se deshizo en lágrimas tristes.
Sellamos con miradas un pacto entre carmín
y labio desnudo,
soñamos ilusos a la luz de mil velas
con la eternidad mal comprendida desde nuestros
ojos de mortales.
Pero llegó el principio sin fin,
y el momento se hizo eterno en el recuerdo de una noche.
Nuestra noche. Una noche como esta.
Una noche que a diferencia de la de hoy
tenía la promesa rutinaria del te quiero,
del nos vemos mañana.
Y pronto el balcón de una habitación solitaria
con vistas a ninguna parte
se nubló con el brillo de tus ojos pardos
con reflejos de aguamarina.
martes, 19 de agosto de 2008
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