lunes, 31 de diciembre de 2007

AETERNAM VALE


Esta vez no hablaré del tesoro
que escondías tras el cofre de tus párpados,
ni de lo mucho que te eché de menos
en mi exilio a una cama solitaria,
ni de las noches en que invité
a cenar a un recuerdo
para comérmelo con patatas.
No más palabras dedicadas
que no sé si leíste o no;
quedas desterrada al país de las horas extintas,
de dónde nada regresa
salvo en vísperas de fechas señaladas.
Ya nada queda de nosotros,
¿para qué seguir dedicándote poemas?
Harto de vagar cogido de la mano
de la nostalgia,
con una lágrima por bandera,
me despido de tu esencia
ondeando en el viento perfumado
un pañuelo verde de esperanza.
El mismo tiempo que antaño
se negó a transcurrir con rápidez
ha seguido avanzando en silencio
sin que yo me diera cuenta,
llenando el desierto que dejaste,
tierra que creí maldita y baldía,
con pétalos de arco iris y hojas de palmera.

Sergio

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