sábado, 1 de diciembre de 2007

LA QUERÍA

La quería como se quiere al aire,

con la urgencia vital de una necesidad fisiológica;

como comer, como dormir, como beber.

La quería como el marinero que se sienta en la barca

y le canta una canción añeja a su amor de ojos salados,

como el soñador al sueño de encontrar

algo más allá de la mera fantasía onírica.

La quería con el corazón, con el alma,

con los pies, con las manos, con todo mi cuerpo;

la quería por su corazón, por su alma,

por sus pies, por sus manos, por todo su cuerpo.

La quería más allá de lo tangible,

la quería de tal manera que no sé ni por qué la quería.

La quería lo suficiente como para derramar lágrimas,

como para aullar a la nada en esta noche rota

y maldecir al recuerdo de mi suerte extinta.

Tal vez poco, tal vez demasiado. Pero la quería.

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