Un año sin ti. Y sigue amaneciendo cada día, y por las noches el cielo oscurece. Un año sin ti, y el mar es aún mi amor oculto, y las nubes, de vez en cuando, se dignan a regalarnos la dicha de la lluvia. Un año sin ti, y sigo escribiéndote algún verso suelto, y me he enamorado de otros ojos aunque siga sintiendo algo por los tuyos. He perdido la exclusividad de tus labios, y el sabor de tu último beso ha sido sustituido por otro. Un año sin ti y sigue igual el parque; queda algo de los dos en nuestros lugares, y seguirá ahí mientras que la memoria retenga las vivencias que me regalaste. Un año sin ti y algo que no sé calificar, tal vez nostalgia, asoma en algunas noches de niebla y me arrastra a momentos que ya no están en ninguna parte pero que siguen existiendo como sombras en una habitación comatosa a la que devolvimos la vida, en una tarde a orillas de la playa o en una noche soñadora de verano.
No sé si algo ha cambiado de verdad. Y si algo ha cambiado, desconozco qué es exactamente. No sé si todo sigue igual o si todo es diferente, ni si soy más feliz como decías que sería o si soy un ser más triste. Supongo que soy el mismo pero un poco más viejo, un poco más desengañado, un poco más solo. Supongo que soy el mismo pero un poco más pobre, con el corazón aún vendado, pero a punto de recibir el alta médica. Solo espero, aunque me pese afirmar tal cosa, no volver a verte jamás, porque eso nos hará dichosos a ambos, como tú dijiste. Que cada día que pase pertenezcas un poco más a la tierra del olvido, hasta que un día no recuerde tu nombre, ni tu rostro, ni nada de lo que supusiste para mi. Olvidar que fuiste mi vida, la razón de mi existencia, y que te escribí decenas de poemas, peores o mejores, pero siempre sentidos. Que descubrí el cenit de lo que puede sentir un hombre mirando al universo que escondían tus ojos pardos con reflejos de aguamarina, y que en una fecha concreta que recuerdo a la perfección supe que jamás volvería a quererte como te quise en ese instante, con la totalidad de mi ser físico y espiritual, con la certeza de haber llegado al máximo amor que alguien puede experimentar por un semejante.
Que todo lo que fuimos pase a la historia. Y que pueda, al fin, gritar a los cuatro vientos que ya no te echo de menos.
1 comentario:
Sin palabras...Bravo!
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