sábado, 23 de agosto de 2008

Mayra


Sé muy poco de ti,
tu nombre es sinónimo de misterio.
Aunque sea tu sonrisa un cuadro expresionista,
un collar de perlas,
el sueño de un dentista,
no sé nada de ti.
Aunque te muestres diáfana y cercana
y tu alegría me contagie el alma,
sólo conozco tu nombre sin apellidos
y dónde encontrarte en las noches de verano.
¿Qué pasará cuando caiga el invierno?
¿Dónde irás a parar cuando el viento helado
se lleve el último rayo áureo de estío?
Quién sabe.
Seguro que seguirás brillando
en los días lluviosos,
y con tu simpatía alegrarás el cielo gris de enero.
Plantarás flores en los nubarrones oscuros,
y lograrás que las gotas de lluvia parezcan
cascadas de pétalos de rosa.
En los días de lluvia te recordaré, Mayra.
Y un pequeño fuego de verano,
de playa,
de sal y arena,
ron y ginebra,
seguirá vivo en el pecho gracias a la evocación
de tu sonrisa lejana,
de la luz de tus ojos de canela
mirándome alegres mientras me ofertas
dos copas al precio de una
y un pase gratuito para discoteca.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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