martes, 9 de octubre de 2007

EFIGIE


Estoy sentado en un muro justo enfrente del mar,

tullido ante una marea enloquecida.

Hace apenas un año estabas tú aquí,

sentada a mi lado, apoyada sobre mi hombro

mientras observabas plácidamente el afable horizonte.

Tu cuerpo me transmitía un calor agradable

que me resguardaba de la helada brisa marina,

y el olor del salitre se mezclaba con la fragancia

del perfume pulverizado en tu suave cuello.

Un espectro de arena me acompaña

en este instante de agridulce evocación,

mis lágrimas se alimentan con tu mirada de efigie,

personificada por el bravo mar de tonalidades verdes.

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