viernes, 9 de noviembre de 2007

QUERIDO FOLIO

Como nadie entiende mi pesar, se lo cuento a un folio vacío. Quizá no responde ni aconseja,
pero recoge atentamente mi letra, mi firma, mis lágrimas. ¿Sabes cuál es mi problema, querido folio? Mi problema es que estoy perdido, que no he encontrado aún el camino a seguir, que di todo mi corazón y ahora vivo bajo un puente: no tengo nada, no me queda corazón ni para quererme. Ya no es su nombre, su manera de ser, el olor que desprendía el perfume al tomar contacto con su piel de seda; no me limito a la región de lo físico, de lo meramente tangible, de lo banal. Yo voy más allá. Hablo de una figura, de un sentimiento, de una época, de lo que ella supuso para mí entre una fecha y otra. Hablo de lo que yo mismo era en ese intervalo temporal que comprende la creación y la destrucción de mi propio universo de amor. Pensar que todo eso ha desaparecido, que esa época ha pasado a mi biografía, es un pinchazo insoportable en el estómago, un suspiro en el silencio de esta noche triste y sin estrellas. Las palabras que sentí y combiné con elegancia en pequeñas cuartillas escritas con letra roja para entregarle con cariño, los paisajes que contemplé en sus ojos y su repercusión en mi alma, la prosa de su lengua transcrita a verso en mis oídos. Mi propio yo, el yo de aquel entonces, extinguido para todos, extrañado por mi. Ya no sé quién es, ni quién soy. Ya no sé nada.

No hay comentarios: