sábado, 14 de junio de 2008

La hoja de la guadaña

Se escucha un lamento cruzando la noche,
el llanto de alguien perdido.
Quién sabe si realmente no sabe dónde está
o si ha querido adentrarse en el olvido.
En la oscuridad absoluta
recorre los callejones sombríos.
Habla a solas con la nada
y maldice a los dioses antiguos.
¿De dónde huye, a dónde va?
¿Qué le ha partido la vida
por la mitad?
En su corazón de invierno
no hay lugar para las flores,
no quedan maceteros, regaderas
ni colores.
Las semillas de antaño son ahora
brotes de podredumbre,
los viejos sueños sardinas enlatadas
en pompas fúnebres.
Pobre diablo, vómito en la noche.
Pobre loco, corredor de apuestas sin plata.
Olvidaste que la suerte no existe,
que el azar es una leyenda urbana:
tienes lo que te has ganado a pulso,
a ritmo de mala vida y cubatas.

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